Nuestras particularidades íntimas son la imagen desnuda del elocuente prestigio del ser como individuo pálido e insatisfecho. ¿?...un capricho necesario, trágico…Pero cómodo.




miércoles, 15 de mayo de 2013

Post-Orgasmus



     Cómo permitirle a un corazón sosegar y apaciguar el goce incestuoso de los ojos y los oídos que, en razón de un cualquiera que se posa en voz y voto sobre nuestro camino, demanda una violación genital sin contacto, sólo a través del morbo de la mente retorcida que se esconde en el revés de esos párpados que muchas generalas maquillan de colores tan llamativos. Mi ilustrada decencia calmó antojos en las desencajadas aberraciones de un hombrecillo vulgar, que si mal no recuerdo, figuraba la entrada a la estación de placeres que sólo un igual podría ofrecernos. Ésta no es la divulgación de una lujuriosa experiencia, sino la declamación de un poema que conjuro sobre el recuerdo de un sueño… una ilusión que me acompañó cuando la locura, aquella que según dicen se esconde tras mi frente, visitaba los recónditos abultamientos de mi ingle, allá donde pocos han llegado, y donde todos hemos estado. 


     Carezco quizá de esa natural coherencia que debería acompañar cualquier texto, pero, embriagado en este desamor, en esta soledad que me recuerda que no es lo mismo estar viejo que marchito, que, el fenómeno de mi ira no es la tempestuosa frustración de tu partida, sino la crónica cobardía que me amarró a esta cama para dejarte huir donde la indiferencia que me caracteriza no pudiera lastimarte. Y entre la arrechera más absurda que lograbas visualizar en las continuas erecciones de mi pecado, le pido a Dios que me otorgue la razón suficiente para emprender un camino que me acerque a ti, sólo eso suplico, desentonar con mi egoísmo y derrotar la maldita manía que me aqueja, la adicción a la vagabundería que sin motivo alguno absorbe mi elocuencia y, sin previo aviso, emerge de entre la palidez de las paredes, cómo desprenderme de esa dualidad frenética que me mantiene vivo, cómo renunciar a una vida, cuando ésta es desconocida por todos, cuando la clandestinidad prohíbe cualquier acercamiento a la rehabilitación, cómo… cómo lograrlo en tu ausencia, cómo no arrepentirme de ser el canalla más débil y miserable, cómo deshacerme de una memoria prodigiosa que, lúgubre y maldita, me recuerda lo triste que estoy sin ti. 


      A quién tengo que dirigir mi llanto para que éste sea escuchado, cuántas veces debo suplicar perdón para que las cicatrices no caminen por mi cuerpo y me reduzcan a una sutil apología primitiva, dónde encontraré un amuleto orgánico capaz de vencerme, cuándo descubriré la verdad de mi existencia, cuando ni siquiera tolero la cruda pestilencia espectral que se dibuja cada vez que me arrimo al espejo, cómo valorarme lo suficiente cuando deposité mi razón de vivir allá: en la ternura de tu vientre, en la perfección de tu sonrisa, en la húmeda sincronía de unos besos caprichosos, en un cuerpo ajeno y esquivo… 
     
    
      No es válido que continúe jugando de esta manera con la única oportunidad que la madre tierra otorga a cada espíritu, nunca tendré justificación que me exonere ante la muerte, tras haber devorado cada gesto de amor que protagonizabas, para después desecharlos como los pañuelos con los que hoy seco mis lágrimas… basta con decir que la plenitud de mi fascismo virginal fue la actuación que debí adoptar como estilo de vida, en lugar de arrodillarme ante la agitada tentación que sin reparos invadió mi ego.

 Jose Acero (marzo/2013)

sábado, 10 de septiembre de 2011

Reflexión Aérea


Volaré como un avión de papel, como un ave con las alas extendidas, acariciando el aire con los ojos, soñando con un horizonte sin sol y sin colores para, evitar sentirme atraído y sosegado, conmovido o suscitado… escarbaré en el vacío de los nortes para consolidar un carácter puro y rechinante, libre de irritaciones o malestares. Buscaré inocencia para descarnar mis miedos y construir un nido en lo alto de mi ego exaltado, aplicaré mi canto a la magia de una rama irascible y, combinaré mi cuerpo con el frío del silencio, degustando el sueño de una vigilia sin recuerdos.


Yo, como un ave rapaz, en cualquier momento voltearía y destrozaría toda animación que a mi lado existiera, anómico y galante, así zamparía mi locura con la timidez de una crueldad incesante, voraz y contagiosa. Locura que ataca sin remedios y desgarra indiferente, que aborrece y mutila cualquier reacción semejante a la dicha… Todas mis respuestas somáticas oscilan en burdas representaciones mezquinas, en imágenes sin fondo o relieve, sin dimensión, ignorantes de estilo o realidad. Encuentro que el negro de mi lomo, encaja con la fina oscuridad de mi cizañosa mirada, y que el rojo de mi sangre, es cada vez más intenso y melancólico, es cada vez más árido y corrupto, variante, bífido, negligente, amargo y delicioso.


Me trago cada fascinación que me envuelve, me atraganto con la tierna intención de una mano amiga, picoteo y desatino, sin agradecer, sin por lo menos fingir emoción. Estridente es este pusilánime aleteo, que hostigosamente calma y lubrica mi egoísmo, que aplaca mi humanidad y atenúa el frío de una risa irrisoria. La indecisión es, ahora, característica inherente a mi individualidad, la nostalgia y el desconcierto son componentes de una modestia que empaña y ahoga. Ahora concibo una dirección para escapar… Para olvidar y despedirme de aquello que ni siquiera ha ocurrido.


A veces no entiendo cómo sobrevuelo, cómo me desprendo del suelo, cómo aterrizo sin sentir vergüenza o ansiedad. Desconozco mi entidad, no hay armonía entre mi apariencia y mi sombra, no logro contener mi brutal astucia, mi egocéntrica, pálida y estúpida ingenuidad. Verdades engolo a diario, pero es obvio que la única certeza que habita entre mis lenguas es mi soledad, que aunque vaga e incesante, es torpe y deprimente. Me sonrojo aún sin notarlo, y descubro que extraño, recuerdo, vigilo, compadezco y lloro. Temo hacer daño, temo hacer…

viernes, 2 de septiembre de 2011

ALTER EGO


No sé porqué cometo tantas barrabasadas, porqué simulo recoger esquirlas de una ventana que recuadra mis objetivos y pretendo con esto, agasajarme y verter mi odio en la precocidad de un intelecto arcano. Aborrezco reconocer que no estoy durmiendo, me desangra saber que la ingenuidad de mi astucia es tan civilmente vulnerable, tan melancólica y asfixiante que cualquier ojiva espectral podría doblegarla a un estado de reposo e indiferencia. Todo mi vulgar escrutinio, se reduce al leve suspiro de una bestia en descanso de su caza. La inédita mirada que rebuzna en la grasosa ironía de mi paladar, es tan empalagosa como esos disquitos de amor que escucho en las calles.


La penumbra de mi suéter, desentona con la rígida e iracunda toxicidad de mi sombra, todo lo que compone mi ego, se va en las miradas de un “otro” que danza en acuarelas de pegajosa miseria. Que nadie vea la única guarida que se esconde en la luz de mi sonrisa, en la estampida de mis palabras que golpean y retumban por entre mis oídos, que viajan hasta las apariencias de mi frente, que discuten con los secretos de mis amores desconocidos. Que nadie vea a los fantasmas que me rodean, que me caen sobre el cabello en miles de colores, que cambian mis pasos al caminar.


Cómo hago para que aquellos que me clavan agujas en el pecho, no vean el dolor que se despierta en mí, cuando recuerdo que sólo tengo siete días para beber el agua que encuentro en el refrigerador, antes de volver a empezar en la carrera sin horizonte en la cual me encuentro inscrito. Quién verá la trágica biología de un hijo abstracto, que bajo la capa de un filósofo adormecido, vigila a las damas y caballeros que pasan sobre un corazón que desenfundado a diario, recoge sed y tiranía.


Cómo domar a la soledad, que sigilosa y temerosa, se mete por entre mis defectuosas cualidades, soledad que visita a diario mis hostal, mi mesa y mi deshonroso orgullo, frívolo e insensible. Soledad que va un paso adelante, que me arrastra como caballo hacia un abismo, amiga incondicional que atraviesa mis barreras y se acomoda en mi vientre como la más trágica de las emociones, totalmente diferente a esas maripositas que los otros mortales sienten caprichosamente, y más parecida a esas castas ataduras que se unen al lomo de nuestros contrarios, similar al blanco de unos ojos perdidos en la nada, y cómo no decirlo, semejante a la desesperación de una herida sin sutura.


Empiezo a robar sospechas, a retroceder, a fingir y sollozar. Empiezo a idear métodos y estrategias para abordar a ese fantasma que me seduce en las noches de lluvia, en aquellas noches de espanto, donde mi oscura mirada, atraviesa las paredes y dispara un juego de roles indecentes. Acá, donde la razón es una estúpida reseña de ego y alter ego.

viernes, 5 de agosto de 2011

Entonces, ahí va trans...

¿Qué y a quién miran? ¿Por qué?, ¿a caso es a mí a quién observan con esos ojos de fiscal? No, definitivamente miran a mi acompañante, somos más de 5 personas y los ojos de nuestros vecinos sólo miran a la chica trans, todos quedan perplejos al transitar cerca de alguien que como ellos, simplemente disfruta de la tarde…


No hay espejos en su espalda, pero aún así no dejan de fisgonear por entre los vacíos de su escote, aquellos que buscan en ella, una razón para juzgarla. Pero, qué podemos decir de estos personajes que sólo pasan fingiendo ser la voz de una comarca como ésta, diversa e indescriptible. Los tacones resuenan por entre el bullicio, y el contoneo exagerado de la chica trans, vacilan sin regodeo con todo aquél que induce morbo y coqueteo, pasiones de ardiente crueldad, emociones sin justificación u objetivo, todos miran a quien hace lo que pocos se atreven, a quien armoniza sus pasos y horizontes.


Ahora pienso, qué habrá sentido esa chica al ser el blanco de la mirada de un sinfín de inconformes… qué habrá estado maquinando mientras su piel y su cabello fueron presa de la burla y la tiranía dogmática de una camada de insolentes… quizá recordó la letra de aquella canción que proclama una frase concisa y apreciable “a quién el importa lo que yo haga, a quién le importa…”


Sentir que su cabello en regocijo anhelaba lluvia y suavidad, le enmarcaba, creo yo, en su rostro una aurora de brillante sensatez, una sombra de colores que cruzaba por su pecho rotando y maquillando la vaga ignorancia de sus vecinos. Y aún en medio de la desolación a la que es arrojada a diario por la tonta rigidez de nuestros conceptos, ella sumerge su frente en la más amplia de las dichas, cuando debilita su prostitución y, recuerda que es querida y admirada por algunos, por esos pocos que hoy y desde hace mucho tiempo la saludan cordialmente y, le adornan con abrazos cálidos e irreductibles.


No hay cadenas morales que sometan su ego y su sobriedad, no posee ataduras epistemológicas que la reduzcan a parecer un estereotipo, no comparte perversión, pues, la vida que hasta ahora ha llevado, le ha demostrado los matices de una realidad tan burda y clandestina, que no puede siquiera intentar abofetear su honra. La prostitución es un sello que acaricia sus pómulos y demacra su espíritu, pero argumenta diciendo, que ahora después de más de cuatro décadas de vida, qué opciones puede tener…¿?¿?¿?


En su mirada no hay delitos, sólo sentencias de olvido y pesar, entre la virtuosa libertad de su cordura, las palabras a veces la golpean con una magia pertinente, realzan su existencia y acuden a su duelo con mensajes de apoyo y tolerancia.


Todo queda suscrito a una piel pintada a diario, adscrito a un cuerpo que se esconde bajo la estética de un vestido que arrastra ironía y sarcasmo, que expide razón y moraleja. Las señales que puedo leer en su rostro, me remiten a hechos que no puedo relatar, a escenas de asombro, plenitud y arrepentimiento… arrepentimiento que hoy combate contra sus iras, que hoy lucha sin objetivo claro y, que sirve como instrumento de recuerdo para no olvidar lo real de su experiencia.


Desde que fue abandonada por la historia, sé que lo único que hace es divagar por una ciudad de polvo e hipocresía, excluirse y entrañarse en los clubes nocturnos que colindan con esas calles de hambre y frustración, así muerde su presente y discute con su odio para relajarse y vivir minuto a minuto al compás de un cigarrillo la vida de una chica transexual, con nombre y aliento de mujer.

sábado, 28 de mayo de 2011

Con afán y sin errores


Lo que pasó, pasó… quién dijo semejante atrocidad, quién fue tan insolente de retar a la justicia con esa irreverencia lingüística. No, de ninguna manera podemos reducir los hechos pasados a simplemente eso. En el aprendizaje, todo lo que se vive, es una constelación de anécdotas histéricas que nosotros amoldamos a nuestra entera necesidad.


Me doy cuenta que, la magna tranquilidad que respiro al ponerme debajo de un chorro de agua, se puede comparar sólo con la tímida situación que vivimos cuando nuestra madre nos abraza. La concordia es tan espeluznantemente agraciada, que mi risa y mi sonrisa, se hunden en carcajada y curiosidad para enaltecer la bondad de mis ojos, al ser honestos en mostrarme aquello que se presenta ante ellos. Lo travieso de mi nombre se cuela a través de las pocas historias que cuelgan de las cortinas de esta habitación, sí, la toalla se apodera de mis gotas de agua, y como si esto fuera un estelar, mis manos protagonizan un acto de movimientos eróticos y coquetos, un juego que no respeta intimidad y, baja hasta lo más recóndito de estas pieles, tanto, que reduce cualquier humedad y descargan su seriedad sobre un espejo añadido y empañado.


El baño es un espacio donde representamos ideas absurdas y algunas más que absurdas –jajaja- en la claridad de un lavamanos encontramos la profundidad de un aliado, descubrimos la seriedad de una pintura y, acariciamos la rudeza de un despecho, que si bien, engordece con el tiempo, se va consumiendo en salud y dignidad. La tiranía de un cuerpo como el mío, está restringido a los mandatos de su mente, de una entidad tan maltratada por el comercio que, simula intención, cuando en realidad, esta cualidad la ha perdido con el paso de los años y, con la absorción de afirmaciones tan ingratas como su sacrílego emisor.


El tiempo ha trascurrido y nos trae a esto, a un lugar con reducida extensión, y nos aparta hacia una mentalidad tan elocuentemente perversa, que sólo es capaz de construir ideas colectivas y vivir bajo el ordenamiento de unos pocos que se dan el lujo de elegir por nosotros, pues inconscientemente, somos bastones en un juego de azar, somos como una herramienta usada en la actividad equivocada, somos ese algo que sirve por ocasiones, somos… al fin al cabo somos algo.


La expresiva mirada que se queda perpleja ante el espejo, es una pista de reflexión, es un antojo filosófico que se desarrolla para invadir en la mente de este ridículo, siendo así, una ligera demostración de innatismo cognoscitivo, que entre otras cosas, es áspero y redundante.


Todo lo que se puede generar entre los diez minutos que dura mi ducha, todo lo que podemos maquinar mientras el jabón nos convierte en individuos pálidos y rechinantes, toda la meditación que se construye en torno a unos pies descubiertos y mojados… tanta genialidad en un baño es tan misteriosa y sencilla, tan rozagantemente atractiva e impredecible, uffffffffff es estupenda y recatada, es verdaderamente un elogio al ser y al existir, la genialidad que percibimos en un baño es tan irreductible y compleja, que sólo quienes posean serenidad, podrán respirarla y contemplarla.

martes, 24 de mayo de 2011

Hora pico, hora crítica



Cuando miramos a través de la ventana del autobús, ¿qué vemos?, ¿vemos a caso la sonrisa de otros plagando las paredes de una ciudad limpia y despejada de cualquier tragedia? No, de ninguna manera, eso ni en las novelas. Al transitar por las vías más populares de esta ciudad, veo a un par de niños, un par de almas que juegan sobre un andén sucio, sobre un estrecho caminar que si bien, está despejado de otros transeúntes, está contaminado con la indiferencia y el olvido de aquellos que sólo miramos para criticar o exteriorizar lástima momentánea.


Es casi media tarde, casi las 4:00pm, y entonces, como un montón de carne sin refrigeración, empezamos a sudar, transpiramos y mojamos el ajuar que nos cuelga de estos huesos, y así, entiendo que todos funcionamos de manera semejante, ninguno de nosotros puede escapar de las manifestaciones naturales de su cuerpo, nadie puede evadir lo inevitable, pero podemos hacer la diferencia en cómo amortiguar ese fenómeno… fenómeno que al encontrarnos, nos abraza y nos seduce con la más tórrida y drástica de las religiones.



En el bolsillo derecho del pantalón, suenan algunas monedas, mi pasaje, cinco monedas plateadas que simbolizan un transporte y un viaje, cinco láminas que reducen la distancia entre mi origen y mi destino. A través de la ventana, se pueden observar todas las construcciones de sujeto que pueda imaginarme, pues, en una galería, la intersubjetividad de las miradas, hace que un simple paisaje rutinario, se convierta en la más extravagante y apreciable de las obras. Un arte de desteñidas secuencias hace que mi mente viaje por entre cada pasaje de esta calle, mi ego salta sobre las iracundas necedades de mis vecinos, todos tan enfáticos en un caminar de rítmicas posturas, un desvanecer de sombras e insumos que para colmo del todos, es lo más bello de sus indiscutibles defectos.


Atrás quedaron ese par de niños, allá se quedaron la lástima y la indiferencia, pero ahora, en esta calle, el bus se satura con mercados y sujetos llenos de fluidos glandulares. Una mujer con un gran trasero se sienta junto a mí, en sus manos sostiene un mecato, y en su rostro, se hace evidente la dicha y la romántica gratitud que siente al saborear un chontaduro. Ahora, la atmósfera de este vehículo, está sostenida en olores un tanto desagradables: cebolla, papa, barro, sudor… pero, las diferencias que se enmarcan en cada puesto, se regulan con el placer de poseer eso, un puesto, un estado, una ubicación de poder, una relación de intereses en referencia a eso que los une, que nos une… Un viaje, unos cuantos minutos sentados sin afirmar o refutar, un periodo de ahogo y reflexión o, una riña entre afanes y serenidad.


Las voces que en el bus resuenan, se ven acompañadas por el saludo de un “pimo”, un amigo del conductor, un hombre que aparenta ser humilde y sencillo, más que sencillo… el chofer lo saluda y le pregunta -¿cómo vas vé?- a lo cual, el sujeto responde, -todo bien, todo bien, gracias a Dios-. “Todo bien”… “gracias a Dios”, algo curioso, para él todo está bien, aún cuando se ve con hambre, aún cuando sus prendas demuestran haber estado expuestas al sol y al agua, es irremediablemente apreciable, da orgullo escuchar algo así, aún con sus limitaciones, para él, todo está bien.


Mi mirada se congela y, recuerdo lo bien que estoy, recuerdo lo afortunado que soy por despertarme en compañía de quien lo hice, afortunado y bendecido, sí así me siento ahora, aprieto mis manos y solamente digo –Gracias a Dios…- Gracias.

viernes, 20 de mayo de 2011

Así y con acento


Al despertar, oh… ¡al despertar! Al amanecer entre las iracundas tempestades de una sábana sin manchas ni olores, mi alma se emociona al saber que tus sueños entraron a los míos, me dibujaron un horizonte de hermosos colores y, me acariciaron en lo más simple de mi ser, en lo más escondido de este cuerpo que ahora es tuyo.


La bondad de tus palabras, de aquellas que aún transitan por mis mejillas, destilando la cruda irreverencia de mis ojos que, al verse hinchados y enrojecidos tras una noche de desvelo y reflexión, brillan con la magna insurgencia de tu voz en lo profundo de mi mente. Esta tierna realidad a la cual me someto, me inspira para encontrar en el trasfondo de un “te amo” la inverosímil sospecha de un abrazo y un beso que, atrapados entre el siempre y el ahora, son capaces, sólo, de afirmar que mi “allá” es el tuyo y, que tu gloria es mi dicha y mi razón.


Una luz me avisa que la noche se ha terminado, y por tanto, cada poro de mi cuerpo busca revivir la grata soberanía de tu piel junto a la mía, pero, hay algo que va más allá, más valioso que una caricia o un halago… y ese algo, es la sinceridad y la seriedad de tu discurso. Antes, en situaciones pasadas, me vi plagado de ideas absurdas, de oídos fetiches y, de una vista parcialmente desteñida, pero ahora… ¡Ahora! La serenidad de tu divina humildad, me sujeta y me libera hacia este presente, que entre miradas críticas e ignorantes es un “prohibido” y un “desatino” moral; aún así, eres la más fantástica y hermosa construcción entre esta triste creación.


Después de un estiramiento erótico, sonrío al saber que conoces ese “algo” que camina entre mis ideas, me abrazo con decoro al reconocer que tu recuerdo me susurra al oído y me relata la magnificencia de nuestra intensa comprensión. Ahora, justo ahora, cuando la excitación de mis labios está en un clímax de ardiente florecer, la empatía de mis juicios, hace que te bendiga y te extrañe como lo he hecho y como lo haré a través de este tiempo que pasa advertido de nuestra envidiada felicidad.